El malestar en la libertad

Le prix du progrès / Les representants du peuple

1989 -1990

Los proyectos Le prix du progrès (1989-1990) y Les representants du peuple (1990) se desarrollaron en Francia de forma paralela. El primero se produjo como un encargo del DRAC (Direction régionale des affaires culturelles) de Auvergne Rhône-Alpes para realizar un proyecto específico en Le Peage de Roussillon con motivo de la exposición colectiva 10 Contemporais Espagnols. El segundo fue un encargo del FRAC (Fonds régional d’art contemporain) de Champagne-Ardenne para llevar a cabo un proyecto de carácter público en colaboración con organizaciones sociales de la Vallée de la Blaise. Ambos proyectos exigieron meses de trabajo en sus respectivos territorios.

Le prix du progrès adoptaba como título un capítulo del libro Dialéctica de la ilustración de Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, publicado en 1944, y ponía el foco sobre la función que cumple la amnesia y la negación de la memoria histórica a la hora de desdibujar los daños ocasionados por los procesos históricos de modernización industrial. Por su parte, Les representants du peuple —citando la autoafirmación con la que se inicia la Déclaration des Droits de l’Homme et du Citoyen promulgada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa en 1789— operaba en la complejidad de una región que fue capital en el desarrollo inicial de la siderurgia europea, pero que en aquel momento encontraba al borde de la quiebra social afectada por el proceso de reconversión industrial europeo que exigía desmantelar de las industrias consideradas obsoletas. Ambos proyectos tuvieron amplias repercusiones en sus respectivos contextos, recibiendo en el segundo caso coacciones de las oligarquías locales, que intimaron por medio de abogados a la interrupción del proyecto. Se han conservado las voluminosas carpetas de archivo realizadas para varios proyectos de este periodo, que no constituían meramente una documentación, sino que conformaban un dispositivo de producción y documentación de los trabajos en tiempo real. Estas carpetas han sido recuperadas treinta años más tarde para la exposición individual Las imágenes toman la palabra en la Galería Àngels Barcelona, inaugurada en febrero de 2020.

A partir del año 1989, Marcelo Expósito decidió que su trabajo artístico de gran envergadura consistiría exclusivamente en la realización de «proyectos específicos» para las exposiciones, instituciones o territorios donde era invitado para ello. Este ciclo intensivo de trabajos contextualizados se prolongó hasta mediados de los noventa. Su formalización era heterogénea —se trataba por lo general de instalaciones con base fotográfica o videográfica, pero haciendo un uso prolífico de soportes y formatos para la difusión pública como los carteles o las postales— y su metodología se fue construyendo a lo largo de los años de manera tanto teórica como empírica, estando influida por las prácticas artísticas site-specific de las décadas de 1960-1970, el análisis institucional y la crítica artística de las instituciones, el cine documental político moderno, el arte público crítico, la historia social y la filosofía de la historia crítica con la hegemonía del discurso histórico narrativo, la teoría crítica frankfurtiana y los debates sobre estética materialista de las décadas de 1920-1930, la crítica de la visualidad en las prácticas fotográficas del postmodernismo crítico y la crítica feminista de la representación. La ejecución de estos proyectos requería casi siempre prolongados periodos de trabajo sobre el terreno, consulta de archivos públicos o privados de todo tipo, numerosas entrevistas y reuniones, negociaciones con las instituciones de las que provenía el encargo pero también con otras instituciones implicadas en la evolución de la propuesta y, cada vez más, según se desarrollaba este procedimiento, la colaboración con agentes sociales y sujetos políticos muy diversos. Dicho de otra manera, estos proyectos específicos consistieron también en prototipos de proyectos colaborativos. Le prix du progrès y Les representants du peuple fueron los dos primeros trabajos a gran escala en este ciclo temprano de proyectos específicos.

 

EL PRECIO DEL PROGRESO

[Traducción del texto en el cartel del proyecto, original en francés]

«Aún no soy capaz de decidirme a probar el empleo del cloroformo en la práctica normal de las operaciones. Como tal vez usted sabe, he dedicado a ese medio amplios estudios, y me cuento entre los primeros que han descrito sobre la base de experimentos con animales, sus propiedades específicas. Mis escrúpulos nacen del simple hecho de que la operación con cloroformo, como probablemente también las otras formas conocidas de narcosis, constituyen sólo una ilusión. Tales medios obran sólo sobre ciertos centros motores y coordinadores, así como sobre la facultad residual de la sustancia nerviosa. Bajo la acción del cloroformo, ésta pierde una parte notable de su capacidad de acoger y conservar huellas de impresiones, pero no pierde en modo alguno la sensibilidad como tal. Mis observaciones apuntan por el contrario a la conclusión de que en relación con la parálisis general de las inervaciones los dolores son sentidos aún más agudamente que en el estado normal. La ilusión del público nace de la incapacidad del paciente para recordar lo sucedido una vez que se ha ejecutado la operación. Si dijésemos la verdad a nuestros enfermos, probablemente ninguno se decidiría por tal medio, mientras que ahora, como consecuencia de nuestro silencio, insisten en que sea usado.

»Pero incluso si se prescinde del hecho de que la única y problemática ganancia es una debilidad de la memoria relativa al período de la intervención, la difusión de esta práctica acarrea, según mi criterio, otro grave peligro. Dada la creciente superficialidad de la cultura académica general de nuestros médicos, la medicina puede ser impusada, en virtud del empleo ilimitado de estos medios, a llevar a cabo a la ligera intervenciones quirúrgicas cada vez más complicadas y difíciles. En lugar de realizar estos experimentos, al servicio de la investigación, en animales, servirán, sin saberlo, de conejillos experimentales nuestros propios pacientes. Se puede temer que los estímulos dolorosos que, por su naturaleza específica, pueden superar todas las sensaciones conocidas de este género, acarreen a los enfermos un daño psíquico perdurable, o conduzcan directamente, sin que se interrumpa el estado narcótico, a una muerte indeciblemente atroz, cuyos detalles quedarían ocultos para siempre a los parientes y al mundo. ¿No sería éste un precio demasiado alto a pagar por el progreso?».

El texto precedente es un extracto de una carta del fisiólogo francés Pierre Flourens citada por Theodor W. Adorno y Max Horkheimer en Dialéctica de la Ilustración (1940), dando nombre a uno de los capítulos del libro con su título original en francés: «Le prix du progrès». Mi primera visita a la agglomération de Roussillon con vistas a realizar un proyecto artístico tuvo lugar en diciembre de 1989, y el primer contacto con esta región fue desagradable al descubrir el fuerte olor que provenía del imponente complejo industrial destinado a la fabricación de productos químicos. Pero caí en la cuenta más tarde de que quienes habitan en esta zona no son conscientes: habituados a la presencia constante del complejo fabril, naturalizados sus efectos en el ambiente, sus habitantes han acabado por olvidarlo.

La fábrica química, de una extensión kilométrica y de un aspecto impresionante, fue construida a comienzos de siglo en esta antigua zona rural. Su finalidad era producir gas para usos militares durante la Primera Guerra Mundial. Posteriormente, fue reciclada en sus funciones constituyendo el motor económico de la región.

Apenas he podido encontrar registros escritos que consultar sobre esta cuestión delicada y otras que afectan a este entorno. He logrado compensar sin embargo de una manera irónica la práctica inexistencia de archivos: casi todas las tumbas del cementerio muestran un ornamento curioso, se trata de libros abiertos esculpidos en mármol con sentencias en memoria de las personas difuntas. También encontré que, en la parte más antigua del cementerio, muchas tumbas llevan inscritos nombres españoles: docenas de exiliados de la Guerra Civil Española fueron a parar a esta región para ejercer como mano de obra en la fábrica. Provenían de los campos de refugiados en los que fueron concentrados en suelo francés tras huir de España. Muchos de quienes habitan actualmente en esta zona descienden de los refugiados españoles: todavía logran comprender el español pero han perdido la capacidad de hablarlo. «Toda reificación es un olvido».

Marcelo Expósito: proyecto para Le Péage-de-Roussillon, 1989-1990.